Ha pasado tanto tiempo y han pasado tantos días, que aun me parece ilógico encontrar que en ninguno de esos días te veo a ti, he recorrido tantos sitios, y en ninguno te logro percibir; la soledad es una acompañante que nunca me abandona, así que nunca quede sola, en el preciso momento en que tu te fuiste ella llego, me acompaño, me animo con su oscura sombra, se atrevió a mostrarme su color favorito, permitiendo que yo lo hiciera mío, permitió que ese color negro que tanto le gusta y con el que siempre viste, lo vistiera mi alma.
Aunque la soledad me conforta y me acompaña, no me permite olvidarte, escribe tu nombre en mi mente, me golpea con tus recuerdos y me hace sentir que verdaderamente no tengo a nadie a mi lado, aunque ella se encuentra junto a mi ocupando el lugar que un día dejaste vació, aun cuando estabas presente.
Ella me hizo sentir que tu adiós no era un juego, que verdaderamente nunca te volvería a ver, que tu imagen es solo un recuerdo que se empeña en instalarse en mi presente y que por más que trato, no logro olvidar.
Lo único que me queda es refugiarme en ella como hasta ahora lo he hecho, segura de que cuando vuelvas, ya no encontraras en mis ojos el reflejo de los tuyos, ni en mis labios la sombra de tu nombre, y de alguna manera te dejare lo que tu me dejaste con tu partida, la soledad que me acompaña pero que me atormenta, porque se que si yo la soporte y me hice su amiga tu también harás lo mismo con ella, y entonces se escribirá de nuevo la historia pero con tus palabras.
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